Rauli

Más de Mar

I

Una gran sequía es tu voz, umbral de una cuerda es el pórtico de tu voz. Donde caminan palabras sin soga, hacia un fondo, en inminente caída. A los pies de un verdugo, lejos de la incredulidad: tus ojos, antes colmados de lívida impresión. Óvalos donde duermes verdaderamente, colmada de idiomas embriagantes, aún inmune a la turbación. Yaces en tus sílabas, en un prolongado silencio como virtud, en un ancho mundo de historias imposibles, con voluptuosidad, sin remiendos de pequeñez.

No has creído en nada. Por tanto, no me queda más que declarar tu extinción sin remedio. Cuando la noche arroja tigres que despedazan los sueños, sé finalmente quien eres: vacío. La última palabra para ti es la imposibilidad. Y aún en el silencio, retumba la voz. En la abstracción de tu desnudez, en el rapto, ausente, en la contemplación de tus labios, tus labios en tu voz.

II

La violencia nos acedia, cuerpos tras una nube candente en opulencia, mártires trágicos al fondo de un espejo caen. Una actriz sin emoción dirige el acto, mecánica y demandante se fascina a expensas de grandes líneas. Diálogos de estatuas desconsoladas, con  expresión desafiante en espectáculo.

La tierra se abre ante la determinación. Un montaje espléndido e inusual se levanta, entre dardos de lenguas y espadas. A orillas la gente espera el inusitado resultado de la ocupación fantástica, la representación pública, como árboles en llamas.

III

Violento es el miedo en las mentes, y en las vírgenes sus delicias, letras prescritas que hago mías, de lo que no he encontrado, así como quisiera hallarlo.

Rauli

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